Algunos dicen que comenzó en noviembre, otros en diciembre. Se especula con que el origen del covid 19 fue en un centro de venta de animales silvestres en la ciudad de Wuhan, China. Y por supuesto no faltan las teorías conspirativas sobre la creación sintética del virus.

Lo cierto es que cuando la humanidad se creía absolutamente infalible, reina entre las especies, señora del mundo; llegó un virus con forma de corona y nos puso a todos ko. Un bichito que solamente se puede ver con un microscopio, logró lo que no había logrado nunca nada ni nadie en la historia…paralizar a la humanidad. Lisa y llanamente. Literal, un mundo absolutamente paralizado. Fronteras cerradas, comercio interrumpido, millones de personas sin poder salir de sus casas.

No lo logró ninguna de las grandes guerras, no lo logró ninguna de las pandemias anteriores.

No lo logró ni la peste antonina, la primer pandemia de la que se tenga registro, en el imperio romano en el año 160 con 5 millones de muertes aproximadamente, no lo hizo la peste negra que mató en Europa a 200 millones de personas en el año 1347, ni la de la viruela en el año 1520 con mas de 50 millones de muertos, ni siquiera, ya mas cerca, la de la gripe española en 1918 con casi 50 millones de muertos.

Todo el mundo, desde China, hasta Argentina, desde Europa hasta África en cuarentena. Confinados y asustados por algo tan impredecible y , vaya paradoja, según las estadísticas no tan letal. El coronavirus figura número 15 en la lista de pandemias mas letales.

Y sin embargo, el coronavirus le está mostrando al mundo algo que hasta hace unos meses resultaba impensado… pura ciencia ficción. Pese al pronóstico de varios ambientalistas durante la ultima década, que hablaban de lo irremediable, por efecto del calentamiento global, emisión de gases, tala indiscriminada, y puedo seguir citando, del futuro del medio ambiente, el covid 19, el coronavirus, el virus chino, nos mostró que todavía, aunque difícil, estamos a tiempo de frenar el avance de la destrucción del planeta.

Solamente con 4 meses de párate en la china productiva, los niveles de contaminación de las ciudades se vieron reducidas.Imágenes satelitales muestran como el cese de las actividades en las fabricas de China y Europa redujeron la emanación de dióxido de nitrógeno. En la india se volvió a ver, luego de 30 años el Himalaya a 200 kilómetros. En el africano país de Kenia, ocurrió algo similar, se pudo ver el Monte Kenia a 136 kilómetros.

Animales que volvieron a verse en zonas en donde no se veían hace siglos. El ejemplo de Venecia, con canales transparentes y la aparición de cisnes, peces y hasta delfines, son elocuentes. Animales invadiendo ciudades y pueblos. En el reino unido se volvió a ver, luego de 240 años, un águila de cola blanca. En Rusia, luego de varios años, el leopardo de las nieves.Sin ir mas lejos, en Argentina, se vieron pingüinos en Miramar, ciervos en el delta del Paraná, y carpinchos paseando por Necochea.

En la Ciudad de Buenos Aires, entre el 20 y el 25 de marzo (fecha de inicio de la cuarentena) la calidad del aire mejoró casi un 50 % con respecto al mismo periodo del año anterior.En Alemania se redujo al emisión de dióxido de carbono en un 6,3%.  Ríos y canales contaminados que en unos meses mejoraron notablemente.

Y los mas notable, y capaz lo que mas le duela a esta humanidad egocéntrica, es que lo único que tuvo que hacer para que esto sucediera fue NADA. No hicieron falta millones de dólares de inversión, ni planes mundiales, ni pactos entre países y continentes.

No, nada de eso, Solamente con parar, ponerle pausa a las maquinas. Eso fue suficiente para mostrar que si se quiere, si los países están dispuestos , el proceso de degradación del mundo y sus recursos no es irreversible.

¿Alcanza?, ¿es la solución?, no, claro que no, porque cuando esta cuarentena termine, las máquinas arrancarán de nuevo, pero nos muestra que el camino es posible. El covid 19, ya hizo lo suyo. El resto depende de nosotros.