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El árbol congelado de la Antártida. Por Fernando Mosín, periodista.

Cuando la expedición Terra Nova comandada por Robert Falcon Scott que buscaba ser pionera llegó al Polo Sur, se encontró con lo que tanto temían: Pisadas en la nieve, una bandera noruega, una carta dirigida al Rey Haakon VII y algunas provisiones dejadas por Roald Amundsen y sus compañeros unas cinco semanas antes.

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“Lo peor ha sucedido. Todos los sueños del día se han evaporado” escribió lleno de desazón y frustración en su diario el Capitán Scott. Pero lo que el expedicionario y su equipo no sabrían es que en su malograda vuelta al campamento base realizarían un hallazgo clave para demostrar la certeza de la teoría del “mega continente” Gondwana.

 

Ilustración árbol de Glossopteris

La primera vez que se tienen registros de Gondwana datan de 1861 cuando el geólogo austríaco Eduard Suess denominó de esa manera al antiguo bloque meridional que resultó de la partición en dos de Pangea, incluyendo en él a Australia, India, Antártida, África y Sudamérica. Sin embargo, no se habían encontrado evidencias científicas en la Antártida que comprobaran estos preceptos hasta febrero de 1912 cuando Edward Wilson, el científico jefe de la expedición de Scott, las encontró en el glaciar Beardmore.

“Wilson consiguió un gran hallazgo de impresión vegetal en un trozo de piedra caliza», registró el viernes 9 en su diario Scott. A lo que se refería era a un espécimen fosilizado de Glossopteris, plantas que dominaron los bosques de Gondwana hace 300 y 250 millones de años.

Fósil de Glossopteris

Los miembros del equipo de Scott en el Polo Sur, el 18 de enero de 1912. De izquierda a derecha, de pie: Oates, Scott, Wilson; sentados: Bowers, Evans. La fotografía fue preparada por Bowers para que pudieran salir todos los miembros de la expedición.

El equipo no llegaría a ser consciente de lo que habían encontrado ya que murieron de frío y agotamiento días más tarde a causa de una feroz tormenta de nieve y viento. Los enviados a rescatarlos descubrirían meses después en la carpa que sirvió como sepultura varios kilos de evidencia que luego sería estudiada en Londres confirmando la teoría del austriaco Suess.

Si bien la expedición Terra Nova no logró llegar primero al lugar más remoto del Hemisferio Sur, será siempre recordada por sus hallazgos vitales para conocer el pasado de nuestro planeta. La última entrada que se puede leer en el diario de Scott es del 26 de marzo y dice “Es una pena, pero no creo que pueda escribir más. Por el amor de Dios, cuidad de nuestra gente”.

 

 

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