HuertasJardinería

Huertas que dan mucho más que alimentos. Dan sentido y «sanan».

«Yo me emociono muchísimo cuando veo que familias enteras de los barrios más complejos puedan intervenir de estos procesos sociales». La emoción es del Ing. Agr. Ariel Zabert, Director del Programa PRODA, que además de enseñar a cultivar y producir alimentos también logro «sanar» a personas con problemas psiquiátricos. Hombres que pasaron de no mirar a los ojos a recuperar un vínculo, primero con la tierra y luego con la sociedad.

El Ing. Zabert en Huerta del hospital de San Martín de los Andes.

-¿Qué significa PRODA, ¿cómo nace y cuándo?

-El PRODA es el programa de Agricultura Urbana de la provincia del Neuquén, depende del Ministerio de Producción e Industria y su sigla significa Programa de Desarrollo Agroalimentario.
Surge en el año 2002 por pedido del gobernador de ese momento, tras una visita al Centro de Formación Profesional Agropecuaria que yo dirigía en la localidad de San Patricio del Chañar. Allí, ya veníamos trabajando con una mirada vinculada a la agricultura urbana y el desarrollo de emprendimientos productivos familiares.
Se nos pide armar un programa para todo el ámbito provincial que atienda a la situación socioeconómica producto de la crisis del 2001. El objetivo básicamente era que las personas que se sumaran pudieran tener mayor acceso a los alimentos y fortalecer su economía familiar.
En ese contexto nace el PRODA, como una iniciativa provincial de apoyo y promoción a los emprendimientos familiares y comunitarios en materia de producción agroalimentaria, encaminada al fortalecimiento de las pequeñas economías locales.
Hoy se ha transformado, asumiendo un compromiso social, ambiental y terapéutico, además del productivo.
En definitiva, el Estado, como responsable del diseño y la implementación de las políticas que hacen al funcionamiento de este programa, propone que la cuestión productiva sea parte importante pero no la única.

Huerta Terapéutica en Contexto de Privación de la Libertad Propuesta productiva del Complejo Penitenciario Federal V de Senillosa

-¿Es una iniciativa público-privada?

-El PRODA es un programa público, de la provincia del Neuquén, financiado con fondos públicos, pero que se relaciona y se vincula con distintos actores o socios, que pueden ser tanto públicos como privados. Públicos, como por ejemplo municipios, sociedades vecinales, organismos descentralizados, establecimientos educativos, instituciones del sistema público de salud, pero también privados, como clubes, obras sociales, escuelas privadas o semipúblicas, fundaciones, organizaciones sociales, etc.

-¿De quién es la tierra?

-La gestión social de la tierra es parte de la relación con los socios con los cuales acordamos trabajar, es decir, tiene que ver con la búsqueda de los espacios para poder desarrollar este tipo de iniciativa, en donde el socio, ya sea la obra social, comisión vecinal, la iglesia o la escuela, gestiona y consigue el espacio productivo y se firma un convenio para establecer un horizonte de trabajo mínimo de tres años.
Dicho de otro modo, el PRODA no posee tierra propia. Cada una de las unidades productivas se desarrolla en las superficies gestionadas socialmente.

-¿Cómo se entra al programa?

-En términos generales hay dos tipos de convenios.
El primero refiere al marco institucional y al acceso general a la tierra. Ya sea que se traten de tierras públicas o privadas, para poder trabajar una superficie productiva, es necesario establecer un compromiso formal mediante la firma de un acuerdo entre la institución u organización de base y el PRODA, y de esta manera los usuarios del programa quedan enmarcados institucionalmente para desarrollar las actividades productivas.
El otro convenio que se firma, es el que nosotros llamamos “acuerdo didáctico-productivo”, que refleja la estructura interna del funcionamiento del espacio productivo. Este es el caso de las huertas urbanas protegidas y terapéuticas, en donde se hacen acuerdos con cada uno de los usuarios. Lo cual significa asumir responsabilidades individuales, el uso de la tierra, de las herramientas, de los horarios, de la participación en la construcción social de los grupos, cumplir con ciertos aspectos que tienen que ver con la convivencia dentro del espacio de trabajo, con la metodología de intervención del programa, seguir una producción agroecológica, entre otros.
En resumen, para “entrar” es necesario expresar la voluntad de trabajar la tierra y producir alimentos, pero asumiendo la dimensión social del programa. El PRODA no trabaja atendiendo los intereses individuales de manera independiente o por sobre el aspecto colectivo, la propuesta está siempre orientada a la demanda social.

-¿Para ser parte del programa tienen que cumplir objetivos?

-Para abordar esta temática es necesario definir antes qué es una huerta protegida. Las Huertas Urbanas Protegidas, es una denominación hecha por nosotros para referirnos a un tipo de unidad productiva con características propias. Se trata de grandes predios cerrados perimetralmente y dividido internamente en parcelas o bancales que son asignados a cada familia huertera. Estas huertas reúnen entre 20 y 30 familias que trabajan compartiendo esfuerzos y responsabilidades, saberes y la proyección grupal de la propuesta, pero a la vez es un espacio social y productivo que se abre al barrio e integra a muchísimas más familias.
En el espacio físico de la huerta, cada agricultor urbano tiene su lugar de producción sobre el cual toma sus propias decisiones, desde qué sembrar hasta el destino de lo que cosecha, por supuesto bajo la guía, el acompañamiento y el seguimiento técnico del programa. En resumen, son espacios comunes, con responsabilidades individuales, no son huertas comunitarias, puesto que cada familia accede a su parcela o bancal, en donde se planifica junto al ingeniero a cargo un plan de trabajo y finalmente lo cosechado es de cada huertero o huertera.
Desde el punto de vista social, muchas de las huertas protegidas están ubicadas en sectores barriales de alta conflictividad y vulnerabilidad social. En particular en Neuquén capital, y debido al explosivo crecimiento poblacional en los últimos años, el programa se desarrolla en los barrios, afrontando una compleja serie de problemáticas sociales, como desocupación, contaminación ambiental, pobreza, marginalidad, desnutrición, malnutrición, la constante emergencia de asentamientos espontáneos, sin seguridad y sin servicios de agua y corriente eléctrica. Frente a esta situación, también resulta imprescindible resguardar la trama social propia de la huerta, asegurar la constitución de los grupos, la vinculación social con el entorno, con las instituciones y organizaciones cercanas. Es decir, crear ciertas condiciones sociales que permitan la posibilidad de la experiencia productiva.
Pero conviene aclarar que si bien son huertas protegidas no son cerradas. Todo lo contrario. Se trata de experiencias productivas que se abren al barrio circundante, convocando permanentemente a los vecinos a las capacitaciones técnicas, haciendo participar a las instituciones, con visitas de las escuelas, de grupos con diferentes patologías médicas, ofreciendo charlas vinculadas a la salud, talleres de cocina, de alimentación saludable, etc.
De manera tal que el cumplimiento de objetivos, debe entenderse más bien como el sostenimiento constante de la experiencia en estas múltiples dimensiones.

-¿Se firma un acuerdo de producción?

-Cada plan de trabajo se diseña e instrumenta con las familias huerteras junto al ingeniero agrónomo a cargo de la huerta. Estos acuerdos no son rígidos. Intervienen cuestiones subjetivas en cuanto a modalidad de trabajo, gustos, preferencias culturales, familiares, alimentarias, etc. Lo que se propone es un horizonte de trabajo partiendo de un insumo básico que es la semilla de estación, pero no quita que las y los agricultores urbanos puedan incluir sus expectativas e intereses.
Hay un objetivo que sí es necesario destacar, y es que la parcela esté productiva. Esto no quiere decir metas cuantificables bajo un criterio productivista que determine por ejemplo cuántos kilos de tomate hay que llegar a cosechar por metro cuadrado. Lo que verdaderamente importa, es que la parcela esté activa y que haya participación en la dinámica del grupo general de trabajo de la huerta.
En síntesis no es necesario cumplir con objetivos cuantitativos. Por supuesto que desde el programa pretendemos que los usuarios avancen en sus proyecciones y logros, de hecho alentamos a que esto suceda. Hay huerteros y huerteras que comienzan en el programa trabajando su parcela con el propósito del autoconsumo, y luego terminan siendo parte de la comunidad de emprendedores que ven en la producción agroalimentaria una oportunidad para aumentar sus ingresos económicos.

-¿Alguien de PRODA direcciona la producción?

-Tenemos asignado un ingeniero agrónomo por espacio productivo, y junto a los grupos se diseña y direcciona la producción. Pero, insistimos, no se trata de decisiones unilaterales, sino producto de los acuerdos, e incluso de otras dinámicas que se dan circunstancialmente en el espacio de la huerta. Como efectivamente no son espacios cerrados, en las huertas también participan los vecinos de los barrios cercanos que quieren acceder al conocimiento o a otras experiencias productivas. También intervienen otros ingenieros del programa que traen nuevas propuestas y el conocimiento técnico, por ejemplo los talleres que habitualmente se hacen de cultivo de hongos comestibles sobre troncos de álamos, producción de cultivos especiales, fitocosméticos, lombricompuesto, deshidratados… es decir, todas estas dinámicas van generando nuevas posibilidades y decidiendo el rumbo de la producción.
Por otra parte, la dimensión social del programa nos marca una dirección clara que está basada en criterios agroecológicos.

-¿Cuándo hablan de economía familiar se refieren a una familia tipo?

-No tenemos un punto de referencia sociológico como puede ser la categoría de “familia tipo”, preferimos situar los procesos económicos que transitamos bajo el paraguas general de la economía social, para marcar una diferencia con las lógicas de producción y comercialización regidas estrictamente por el mercado y además porque descreemos que las familias estén constituidas conforme a una organización estándar o una estructura invariante. Sí, nos referimos continuamente a “familias huerteras”, porque nos ubica en el plano en el que nos movemos. Trabajamos con familias, pero cuya organización interna y sus realidades económicas son singulares y múltiples, hay personas que provienen de sectores muy vulnerados económica y socialmente, y hay otras que lejos de tener problemas económicos, se acercan a la huerta buscando un bienestar anímico, una finalidad terapéutica, o simplemente comer sano.
En ningún caso, la huerta es el pilar de sus economías domésticas, es indudablemente una ayuda, tanto en lo que significa calidad alimentaria, ahorro en la compra de alimentos, o como ingreso cuando es posible vender parte de lo producido.

Capacitación sobre siembra y trasplante, en la Huerta del Barrio Don Bosco II, en el marco del ciclo de capacitaciones La Huerta Sale de Gira

-¿Los menores de la familia pueden participar?

-Los niños y niñas que ingresan a las huertas, acompañando a sus mayores, ven a sus padres trabajar, participan de este trabajo familiar, y eso se transforma en una experiencia educativa. De manera que está muy bien que pueden participar, acompañando a sus padres o familiares, esto es una manera de revalorizar la cultura del trabajo. Pero para despejar cualquier duda que se pueda generar, decimos que pueden participar en la medida de sus necesidades y capacidades y por supuesto, dentro de los límites que el derecho establece. En ninguna huerta del PRODA se justificaría bajo ningún aspecto el trabajo infantil o la vulneración de sus derechos, pero si por ejemplo, algo que consideramos necesario de estimular, que participen junto a sus mayores de los procesos productivos, de la expectativa durante la siembra, del asombro y la emoción por ver germinar y crecer lo que sembraron, de la responsabilidad de garantizar y cuidar los procesos biológicos, o de la alegría en el momento de la cosecha.
Entre las propuestas para dotar de infraestructura a las huertas, además de las bioconstrucciones que habitualmente realizamos, como materas, hornos de barro o baños secos, tenemos en carpeta la instalación de un sector con juegos, para que también sea utilizado por los niños y las niñas que quieran divertirse mientras sus padres trabajan la tierra.

Armando las canastas con productos recién cosechados de las huertas, para el Sistema de Agricultura Sostenida por la Comunidad.

-¿Varias familias pueden participar de un mismo predio o cada familia tiene un espacio propio asignado? (Porque a lo mejor una familia trabaja más que otra y la producción es diferente)

-Para nosotros no se trata de una disyunción. Varias familias pueden participar de un mismo predio y cada familia tiene un espacio propio asignado. Hacer coincidir estas dos características es tal vez la nota que nos distingue de las huertas comunitarias.
En las huertas protegidas y terapéuticas cada familia huertera o cada agricultor urbano tiene asignado su propio espacio de trabajo y la cosecha es enteramente suya, pero a la vez hay responsabilidades y esfuerzos que se asumen grupalmente.

-¿Cómo consiguen las semillas, herramientas y quién les enseña?

El PRODA es un programa que tiene una estructura limitada y un presupuesto finito, muchas veces escaso. Pero hay dos recursos fundamentales, que además están estrechamente ligados, en todo momento se intenta garantizar: el acceso a las semillas y al conocimiento.
La provisión de semillas es sin duda el punto de partida básico, pero no hay distribución de recursos, cualquiera sea, sin capacitación previa.
Por otra parte, desde hace varios años, las semillas que el programa distribuye entre su comunidad huertera, son agroecológicas, compradas a proveedores nacionales que tienen un fuerte compromiso con la agricultura orgánica. Y también alentamos a que las y los huerteros cultiven sus propias semillas y sean autosuficientes en este aspecto. Estos son procesos que poco a poco se van consolidando, desde el programa intervenimos para brindar técnicas de conservación de semillas, o bien para participar de u organizar ferias de intercambio, y gradualmente se instala como una práctica consciente y necesaria.
Ahora bien, en la construcción y sostenimiento de una huerta, hay otros insumos y recursos que hay que conseguir. El programa no da respuesta ni solución a todas las necesidades, puesto que la política que fijamos es la responsabilidad compartida. También las otras instituciones u organizaciones que intervienen tienen que realizar sus aportes y compartir también la provisión de materiales e insumos. Incluso los huerteros y huerteras muchas veces se auto-organizan para conseguir fondos y comprar las herramientas que necesitan.
En cuanto al acceso al conocimiento, el programa desde su inicio, se caracteriza por poner el acento en la capacitación continua. A través de un sistema de transferencia del conocimiento, pero también de estimulación y circulación de los saberes, se realizan capacitaciones muy variadas. El conocimiento ha sido siempre un eje transversal a todas las líneas de acción.
Con distintos formatos se instrumentan talleres y capacitaciones a cargo del equipo técnico del programa. De esta manera, dispositivos como “La huerta sale de gira” o los talleres CUER, que significa Cultivo Urbanos en Espacios Reducidos, se abordan diferentes temáticas y técnicas para todos los procesos productivos, ya sea en cuanto a la actividad primaria en las huertas, pero también sobre los procesos de elaboración de agroalimentos, a la formación de emprendedores, o a la capacitación a referentes locales de agricultura urbana.

-¿Cuál es la medida de lo que llaman agricultura urbana?

-Hay que encuadrarlo directamente en familias, organizaciones e instituciones con un registro urbano y periurbano muy claro. Es decir, la Agricultura Urbana es una respuesta para gente que vive en las ciudades, en sectores con mayor o menor urbanización: microcentro, barrios, periferias de las ciudades. Que tiene una dinámica urbana, habituada a moverse y adaptarse a las estructuras de las ciudades, que trabajan, estudian, se trasladan, consumen servicios u organizan su vida familiar en correspondencia a la ciudad, con sus características en los modos de comunicarse, con un ritmo, una lógica de concentración y la velocidad propia de la vida cotidiana de las ciudades.
En este escenario, la agricultura urbana intenta dar respuesta para producir alimentos a personas que no tienen acceso o tienen un acceso limitado a superficies aptas para cultivar, o bien lo hacen utilizando el espacio posible que tienen a mano: patios, espacios reducidos, lugares sin uso o improductivos. En este sentido el programa diseña diferentes propuestas para distintas situaciones, tanto para los sectores altamente urbanizados, con cultivos verticales, terrazas verdes, cuadros vivos, como así también en lugares donde hay mayor disponibilidad de suelo. Por supuesto la disposición del espacio para producir condiciona el tipo y volumen de los cultivos, pero no es una condición excluyente. Esto significa que por más que se tenga muy poco espacio para producir, la gente que quiera hacer una experiencia de agricultura urbana y transitar las múltiples posibilidades que ofrece, puede integrarse al programa para comenzar a hacerlo.

-¿En qué se nota un mejoramiento ambiental con PRODA?

Neuquén

-Todo proceso económico de alguna u otra manera provoca un impacto ambiental. Desde el programa, pretendemos en todo momento incorporar procesos que tengan especial cuidado por el ambiente, de hecho muchas de las acciones e intervenciones en territorio han tenido impactos altamente positivos en cuanto al cuidado y mejoramiento ambiental. Desde la recuperación zonas improductivas, como espacios baldíos o en desuso, para convertirlas en unidades de producción agroalimentaria; o la transformación en espacios productivos de sectores que eran basurales espontáneos o microbasurales a cielo abierto.
También el hecho de producir de manera agroecológica, sin uso de agrotóxicos, favorece no sólo la salud de las personas, sino del ambiente en general; convertir los residuos orgánicos en abono y por lo tanto en suelo productivo; la reducción de los volúmenes de basura doméstica a través de técnicas de compostaje y reciclado; son buenos ejemplos del impacto positivo en la salud ambiental de nuestro entorno.
Por ejemplo, la cocina del Hospital Heller, arrojaba semanalmente 500 kilos de restos orgánicos al circuito de recolección de residuos urbanos, con la apertura de la Huerta Terapéutica, y a través de capacitaciones específicas hechas por el programa, ese material orgánico comenzó a ser incorporado al suelo o compostado y convertido en abono para la huerta. Con el tiempo, se pretende además que la huerta pueda comercializar el compostaje. Estos procesos que además se repiten en otros hospitales y centros de salud, o incluso en el Complejo Penitenciario V de Senillosa, demuestran que la Agricultura Urbana, es una alternativa de producción que ofrece herramientas para establecer una relación equilibrada con el entorno, incluso mejorando sustantivamente la calidad ambiental.

-¿A qué se refieren con paisajes comestibles?

-Durante mucho tiempo el paisaje de las ciudades, especialmente los ambientes verdes urbanos, como plazas y parques, respondieron a criterios ligados con el placer estético, el esparcimiento, la recreación, o con fines puramente ornamentales, incluso el argumento de peso, es que contribuyen a renovar la calidad del aire, entendidos como los pulmones de la ciudad.


Nosotros proponemos ampliar estas ideas, y pensar los ambientes verdes además como centros de promoción y producción alimentaria. Por ejemplo con la incorporación de aromáticas que pueden cumplir el doble propósito ornametal y alimentario, con senderos de interpretación que aporten conocimiento y un uso comestible.
Una huerta protegida en un barrio de la ciudad, se integra al paisaje urbano de la misma manera que lo hace una plaza, pero además de aportar “verde”, se presenta como un lugar de referencia barrial y es reconocida como espacio de trabajo, de acceso al conocimiento, y fundamentalmente aporta alimentos frescos.
Del mismo modo que las plazas y parques son incorporados en la planificación urbana y en el desarrollo estructural de las ciudades, también debería tenerse en cuenta espacios de producción agroalimentaria, convirtiendo el paisaje urbano en paisaje comestible.

-¿Los productos son para consumo familiar o se pueden comercializar?

-Las dos cosas. Eso depende del interés o expectativa de las personas con las que trabajamos, algunas prefieren únicamente consumir lo que producen, ya sean verduras frescas, como productos elaborados, y otras, ven con buenos ojos la posibilidad de la comercialización.
Incluso, hay agricultores urbanos que empiezan a trabajar la tierra con la sola idea de llevar alimentos a su mesa familiar, y luego comienzan a tener excedentes y se entusiasman al ver que también pueden eventualmente vender. Y por supuesto hay grupos de productores que ya planifican la siembra en función de posibilidades reales de comercialización. En función de estas realidades, el PRODA diseña y acompaña técnicamente las distintas posibilidades.

Globa de la Agricultura Urbana

-¿Hay que mantener una escala o pueden transformarse en grandes productores?

-El PRODA no trabaja con grandes productores, esta figura generalmente se la utiliza para designar a emprendedores que no están en las ciudades, sino en un contexto fuera de las ciudades o más bien rural.
Para dar acompañamiento a los productores rurales, ya sea para el desarrollo de grandes proyectos agroalimentarios que comprometen importantes superficies de tierras productivas, hay otras estructuras de gobierno dentro del Ministerio de Producción e Industria que están especializadas y dedicadas a esa escala.

Capacitación en deshidratado de alimentos en estructuras de energía solar, Huerta protegida Nehuenquén

-¿Los productos primarios pueden pasar a productos semielaborados o elaborados para sumar valor agregado? ¿Ejemplo salsas o dulces?

-El PRODA desarrolló un subprograma de desarrollo agroindustrial de pequeña escala en distintos puntos de la provincia. Se instalaron 8 plantas de elaboración y procesamiento de agroalimentos con todo el equipamiento técnico necesario, incluidas autoclaves para asegurar la inocuidad durante el procesamiento de algunas conservas. Se capacitó al personal designado localmente y a los grupos de emprendedores de sala. Regularmente se dictan capacitaciones para producir conservas y dulces, incluso bebidas fermentadas y deshidratados, dulces reducidos en azúcar, saborizadores naturales, mezclas para sopa deshidratada y otros productos como pickles, chutney o el aprovechamiento de frutos regionales como la rosa mosqueta.
Por otra parte estas salas, tienen un doble propósito, por un lado responder a las demandas comunitarias de procesamiento de excedentes de las huertas y unidades de producción primaria, por ejemplo un grupo de huerteros decide juntarse para procesar el excedente de la cosecha de tomates y elaborar salsa con un destino de autoconsumo, entonces se acerca a la sala solicita un turno y asistido por el personal capacitado lo puede hacer; pero además de este uso social y comunitario, las salas cumplen con otra finalidad, que es la de detectar y formar futuros emprendedores que quieren desarrollar un producto para luego salir al mercado local. Esto significa un proceso técnico más preciso, con habilitaciones bromatológicas e inscripciones en el sistema formal, lo cual demanda una serie de obligaciones y pasos que también hay que cumplimentar.

-¿Qué son las huertas terapéuticas?

-La orientación terapéutica del trabajo hortícola se está consolidando en el mundo como una actividad específica en el amplio abanico de posibilidades que genera la agricultura urbana. Cada vez es más valorado el hecho de que “hacer huerta” provoca un bienestar físico y anímico. El trabajo diario en la huerta, la vinculación con la tierra, la reafirmación del lazo social y de prácticas saludables, son de hecho actividades que reconfortan y contribuyen de modo positivo a la subjetividad de las personas y a las dinámicas grupales.
Para decirlo en pocas palabras, las huertas terapéuticas son unidades de producción de agroalimentos al igual que las huertas protegidas, pero a partir del trabajo conjunto con instituciones y organizaciones vinculadas con la salud y el bienestar general de las personas.
Estas huertas están orientadas a la prevención, rehabilitación y promoción de la salud integral, atendiendo aspectos productivos pero también físicos, psicológicos y sociales, procurando así una mayor calidad de vida de las personas que participan en estas experiencias.
Tenemos huertas terapéuticas que llevamos adelante con hospitales, salas de salud, con los centros de día del servicio público de salud mental, con instituciones y asociaciones privadas vinculadas a la salud, grupos de adicciones, unidades penitenciarias, entre otras instituciones.
En términos generales las huertas terapéuticas ayudan a generar condiciones de recuperación del lazo social, de hábitos productivos y laborales, de las vinculaciones afectivas familiares y sociales.

Huerta Terapéutica en Contexto de Privación de la Libertad_Plan Zapallo en a Huerta del Complejo Penitenciario Federal V de Senillosa

-¿Qué es el plan zapallo?

-El plan de producción de zapallo se ha convertido en un eje estratégico del PRODA, que está presente en las diferentes huertas urbanas y en las huertas domiciliarias de vecinos que suman a la propuesta. El zapallo es un tipo de cultivo que se adapta perfectamente a las condiciones climáticas de la región y brinda muy buenos resultados agroalimentarios.
Un elemento interesante del plan, formulado especialmente para su promoción, es el concurso que denominamos “Ciudad Zapallo”. Más que una competencia es una excusa para aumentar los volúmenes de producción y fundamentalmente para estimular a los vecinos a sumarse a esta iniciativa productiva.
De hecho, en las últimas dos ediciones se lograron cosechar alrededor 5 mil kilogramos de zapallo por temporada, cultivar más de 15 variedades diferentes, y sumar cada año alrededor de 100 nuevos agricultores urbanos.
El concurso es abierto a toda la comunidad, y se puede participar en forma individual o grupal, representando a alguna institución u organización civil. Este año en particular, tuvo la característica de realizarse en su último tramo en forma coincidente con las medidas del aislamiento social preventivo y obligatorio para enfrentar la crisis sanitaria.
La cosecha se realiza en mayo, en coincidencia con la elaboración de los locros tradiciones, pero lo cosechado supera ampliamente las expectativas de autoconsumo, de manera tal que cada año se promueve la comercialización bajo el sello “100 % Proda”. Con esta distinción recientemente desarrollada por el programa se garantiza que la producción es local, estacional, orgánica, artesanal y saludable.

-¿Qué saborizadores naturales producen?

-El plan de producción de saborizadores sin sal y la elaboración de dulces reducidos en azúcar son dos productos que están en desarrollo como prototipos y responden a un criterio de alimentación saludable sugerido por todas las autoridades sanitarias. Desde la OMS hasta las guías alimentarias locales, la recomendación que ampliamente ha ganado terreno es que hay que reducir el consumo de sal y azúcar.
Los saborizadores se producen a partir de diferentes especies aromáticas cultivadas en las huertas y deshidratadas con secadores solares de fácil construcción y uso. Sus formulaciones y técnicas de procesamiento están siendo ajustadas por los técnicos en alimentación del programa. Lo mismo sucede con los dulces reducidos en azúcar, cuya elaboración está vinculada al cultivo experimental de la stevia en las huertas urbanas, para ser utilizada como sustituto natural del azúcar, y que por tratarse de una especie de clima tropical, estamos evaluando su adaptación a la geografía local.

-¿Qué deshidratados producen?

-Las técnicas de deshidratado posibilitan procesar y conservar una gran cantidad de verduras, por nombrar algunas, zapallos, apios, cebollas, ajos, tomates, verduras de hoja, aromáticas, por ejemplo tomillo, romero, salvia, orégano, albahaca.
En cada huerta se construyen deshidratadores solares móviles para que los huerteros y huerteras puedan deshidratar sus excedentes en las mismos lugares de trabajo.
Por otra parte los técnicos en alimentación, recorren las unidades productivas capacitando a los interesados en el uso de los secadores y en técnicas para deshidratar, tanto para los que quieren hacerlo para autoconsumo o bien para ingresar a otros niveles de procesamiento que permiten una salida comercial.
Por ejemplo una propuesta concreta que ofrecemos es elaborar “sopa deshidratada”. ¿En qué consiste el “plan sopa”? En producir los alimentos deshidratados, procesarlos a través de una molienda simple, y mezclar diferentes formulaciones para obtener dos o tres propuestas de sopas para el invierno. La experiencia, hasta ahora experimental, ha tenido resultados muy positivos, tanto desde el punto de vista de la producción pues no requiere ni tecnología ni procesos sofisticados y se resuelve con relativa facilidad, como desde la aceptación en cuanto al consumo, que hemos recibido comentarios muy alentadores.

-¿Cómo se organiza la venta a restaurantes? ¿Cada cual ofrece su producción o es organizada por PRODA?

-Hemos creado una metodología de trabajo a la que denominamos globalmente Agricultura Urbana Sostenida, que tiene por objetivo establecer una relación directa y sostenible desde el punto de vista productivo y económico entre los Agricultores Urbanos y los consumidores.
A su vez, diferenciamos aquí dos líneas de acción, por una parte cuando el vínculo se establece entre las familias huerteras y las familias consumidoras, sin ninguna mediación. Los alimentos cosechados se distribuyen en el día, y las familias consumidoras ponen en valor el origen y calidad agroecológica de los productos. En este caso el consumidor cambia su estatus clásico y se convierte en un coproductor, puesto que financia con el compromiso de su compra el trabajo de aquellos que quieren comercializar los productos que cosechan o elaboran. El PRODA interviene en la organización y logística de la distribución de las canastas, con la expectativa de ir desplazándose de ese rol intermediario con el tiempo.

Agricultura Urbana Sostenida, producción orgánica, urbana y de estación para restaurantes de la ciudad

La otra línea, relaciona a las y los huerteros con los restaurantes y casas de comidas, que solicitan con muchísimo interés los productos para incorporar en sus menús. El PRODA, una vez más interviene en la organización y promoción, poniendo en contacto directo a los interesados. Para ello hemos hemos desarrollado un sello de distinción al que denominamos “100 % PRODA”, para identificar los productos de las huertas, y recomendar su consumo por ser saludables, frescos, naturales, artesanales y cultivados por productores locales.
Otro recurso que utilizamos es organizar “la semana de…”, por ejemplo de las habas, o del zapallo, o cualquier otro producto estacional y que sea abundante en las huertas.
En el caso de la semana de las habas, por ejemplo, se invitó a un reconocido chef de un restaurante local, a cocinar en la matera de una de las huertas situada en un barrio de la ciudad. Los ingredientes de las recetas se cosecharon en el momento recorriendo el espacio productivo, junto al grupo de huerteros, autoridades, medios de prensa. Luego se cocinó y hubo un momento muy informal para la degustación entre los presentes. A la vez, durante esa semana un grupo de restaurantes que están muy interesados en la propuesta, ofrecieron platos con habas en sus menús, que fueron provistas por las huertas del programa, con lo cual se aseguró el aspecto comercial. El evento derivó en un vínculo entre los restaurantes y las huertas, para la compra de insumos. De este modo se pretende que el Estado, en este caso el PRODA pueda correrse del medio y dejar que la relación se sostenga sola.
Tanto en Neuquén capital, a diferencia de Buenos Aires, y de manera especial en las localidades del interior, incluso las que reciben un importante número de turistas, es muy escasa o directamente no hay ofertas de productos orgánicos o agroecológicos. Por lo tanto los restaurantes neuquinos están siguiendo con mucha expectativa estas líneas de trabajo, porque no tienen proveedores de insumos orgánicos para incluir en sus menús, y porque existe una gran demanda que no deja de crecer, por parte de la gente que quiere consumirlos.

Neuquén-¿Cuánta gente pasó por el programa? ¿En cuántos municipios?

-El perfil de los huerteros y huerteras, incluso de los emprendedores con los que trabaja el programa, mantiene como característica constante un rasgo de intermitencia o irregularidad en cuanto a la continuidad individual de los procesos productivos.
Es decir, muchas veces por razones de trabajo, por motivos familiares, incluso estacionales, se produce un dinamismo o vaivenes en la participación en las diferentes líneas de trabajo.
De modo tal que los números finales, varían de acuerdo a estas oscilaciones que inevitablemente se dan en lo cotidiano. Si bien hay grupos estables, muchos de los integrantes de las huertas van cambiando, algunos desisten, otros se ausentan durante algún tiempo porque hubo un cambio en su vida laboral, porque tuvieron que viajar, por motivos de salud, etc., lo cual dificulta establecer con precisión estadísticas absolutas.
Aun así como dato general y para que se pueda dimensionar el impacto del programa en la población neuquina, podemos afirmar que trabajamos actualmente con alrededor de 10.500 familias, y que regularmente 30 municipios y sociedades de fomento, están asociadas al programa.

-PRODA ¿tiene un plan maestro, objetivos de gente o lugares para sumar?

Antes que trazar un plan maestro o estratégico que responda a una planificación quinquenal o de larga duración, como habitualmente se suele hacer, y un poco guiados por la experiencia que hemos tenido de estos últimos 15 años, organizamos el trabajo más bien teniendo en cuenta agendas anuales.
En lugar de planes de larga duración establecemos un plan de trabajo que responda a las dinámicas generales a las que inevitablemente estamos sujetos, tanto desde el punto de vista social, como política y económicamente. Intentamos de esta manera dar respuesta a las demandas generales pero atendiendo a la circunstancias concretas y a la realidad que indica el presupuesto anual.
El caso paradigmático es la situación actual, si bien se trata de una situación de crisis sanitaria, económica y política completamente excepcional, lo cierto es que tiró por la borda todo lo que teníamos proyectado para este semestre, incluso para el año completo, y nos exigió adaptarnos a nuevos requerimientos y posibilidades reales.

-¿Cómo afecto la pandemia y la cuarentena a PRODA?

Al comenzar la situación de aislamiento social preventivo y obligatorio, y frente a la situación generalizada de detención, visualizamos que el campo de posibilidades del programa iba a entrar en un período de fuerte restricciones, y tuvimos la capacidad de responder proponiendo rápidamente un plan de trabajo a través de dispositivos remotos, que por suerte pudieron estar a la altura y a disposición de las demandas que superaron las expectativas iniciales, sobre todo teniendo en cuenta la estacionalidad.
Muchísima gente de golpe se encontró en su casa, sino todo el tiempo la mayor parte de él, bajo la tensión propia de la pandemia, con el miedo al contagio, con todo el grupo familiar sufriendo una situación de aislamiento, con tiempo muerto, aburrimiento, y la propuesta nuestra venía a ofrecer una solución positiva para el aprovechamiento de ese tiempo improductivo y un horizonte trabajo familiar que ayudó a sobrellevar la situación.
La cuarentena en el país comenzó el 20 de marzo, dos semanas después el programa lanzó el plan “PRODA en casa”, al que se sumaron 26 municipios y comisiones de fomento de toda la provincia y 6 mil familias comenzaron a producir en sus domicilios, aumentando la sensibilidad por comer sano, por producir sus propios alimentos y llevar adelante una actividad productiva compartida con todos los integrantes del grupo familiar, aliviando la economía doméstica y haciendo más llevadera la cuarentena.
¿Cuál fue la clave para el sostenimiento de esta propuesta? El seguimiento a distancia de los procesos productivos y la capacitación a través de dispositivos también remotos. Con grupos de wasap, producción de audios didácticos, consultorios técnicos en las radios locales, de este modo la gente que se sumó, se sintió acompañada y orientada, y pudimos lograr una experiencia productiva y asegurar que la distribución de la semilla rindiera sus frutos.
“PRODA en casa” ha sido una oportunidad para sensibilizar a la gente de las virtudes de la agricultura urbana y la autoproducción agroalimentaria y a la vez, que los municipios continúen afirmando políticas locales de producción de alimentos, basados en el cuidado del ambiente y la alimentación saludable.
Ahora bien, frente a la proximidad de la primavera y aún con un alto grado de incertidumbre, lo que visualizamos ahora es que en el cambio de temporada nuevamente va a hacer estallar la demanda.

Teniendo en cuenta la gravedad de la situación excepcional que atravesamos, tanto sanitaria como económicamente y, tratando de prever que las circunstancias actuales derivarán en un panorama mundial aún más crítico, en el que todos los pronósticos indican un aumento de los niveles de pobreza, hambre, y malnutrición, indudablemente se presenta como una prioridad del Estado, diseñar políticas que traten no sólo de mitigar la gravedad de tales problemáticas, sino de abrir posibilidades productivas que superen las medidas extraordinarias de asistencia y control de los síntomas.
En un escenario pospandemia, o bien, en una situación de “nueva normalidad”, se nos presenta el interrogante de cómo seguir trabajando para lograr las metas institucionales. Frente al “¿Cómo seguimos?” ya estamos diseñando un plan de trabajo que comenzaría a instrumentarse a partir de la próxima temporada de primavera-verano.
En este punto es necesario decir que el PRODA es un programa relativamente chico en cuanto a lo limitado del recurso técnico con el que cuenta y el siempre escaso presupuesto para su funcionamiento. Si bien esto implica limitaciones y tal vez una marcada debilidad para dar cobertura y asistencia a toda la provincia, funcionó como una condición de posibilidad tras establecer los acuerdos internos necesarios y para elaborar una respuesta como equipo de trabajo. Hay que resaltar que la fortaleza de la conformación del equipo técnico del programa radica en su altísimo compromiso social además de productivo. No somos consultores técnicos, por el contrario, tenemos mucha experiencia en territorio, y compromiso con los procesos productivos y sociales.

-¿Notan más interés por el cultivo familiar para asegurarse la alimentación?

Es una demanda social que no deja de crecer. Una señal clara es el hecho de que sectores que nunca tuvieron relación con la producción de alimentos, hoy están solicitando acceder al programa, a las experiencias, y al conocimiento, no sólo por cuestiones económicas, sino por razones terapéuticas, de alimentación, de salud, de integración social, del uso del tiempo.

-¿Cómo inciden los índices de pobreza en la participación en PRODA?

Eso nos preocupa muchísimo, se trata de una demanda que evidentemente va a crecer en forma exponencial. Atendiendo además a que estamos en Patagonia norte, en un contexto muy diferente al de Buenos Aires, o el centro de nuestro país, en cuanto a la capacidad de producir, con una estacionalidad mucho más marcada, con nuestros suelos y cuestiones climáticas adversas y más aún en zona de pre cordillera o cordillera.
Por lo tanto, estamos preocupados en el buen sentido, sabiendo que hay mucho por hacer y que el Estado tiene que estar más presente frente al inminente crecimiento de los niveles de pobreza y crisis generalizada. Pero lejos de adoptar una postura proteccionista o meramente asistencialista, tenemos que hacer eje en el trabajo, por supuesto generando oportunidades, aportando insumos, capacitación y seguimiento técnico, para dar respuesta y provocar procesos productivos que contribuyan a enfrentar la profundización de la crisis.

-¿Qué mejoras sociales notaron a partir de PRODA? Ejemplos.

En los relevamientos regulares que hacemos a la población huertera, es común encontrar entre las valoraciones más positivas, el hecho de poder comer de la producción propia, una gran satisfacción y alegría, incluso bienestar, por obtener alimentos sanos y producidos orgánicamente; compartir saberes y aprendizajes, trabajar en equipo, considerar a la huerta como un cable a tierra o un lugar donde se producen encuentros y se refuerza el vínculo con otros huerteros y huerteras.
En este sentido y en términos generales se podría decir que el impacto es sobre todo un mejoramiento de la calidad de vida de las personas, del medio ambiente y de la salud desde una perspectiva integral.
Otro aspecto significativo a destacar, es la posibilidad de la articulación interinstitucional y trabajo en red para llevar adelante los dispositivos de huerta.

Esto muchas veces desbarata el modo tradicional en que habitualmente se mueven las instituciones. En el espacio de la huerta confluyen formas de intervención institucional, que exigen otras maneras de trabajar, acuerdos, otras miradas, el cruce entre varias instituciones.
Ejemplo de ello son las huertas terapéuticas del Hospital Heller, del Hospital de Centenario, de los Centros de Salud, en donde no solo interviene de maneras sistemática el PRODA con su ingeniero agrónomo, sino los equipos psicosociales de los servicios de salud pública, y se mezclan huerteros y huerteras vecinos del barrio con pacientes con diversas patologías médicas. O el caso de la Huerta Terapéutica del Complejo Penitenciario V de Senillosa, donde alrededor de 100 internos trabajan los espacios productivos dentro de la unidad carcelaria y además de proveer de alimentos frescos a la cocina de la institución, coloca a la cárcel en una relación de extensión con la comunidad. De hecho en la última cosecha de zapallo, más de 340 kilos fueron donados a Cáritas y distribuidos en comunidades y comedores en diferentes localidades provinciales.
El vínculo interinstitucional abre un amplio abanico para trabajar diversas problemáticas de índole social tales como consumos problemáticos, la formación de emprendedores, cuidado del ambiente, alimentación saludable, hábitos productivos.
Finalmente otra mejora que no hay que dejar de destacar, es el beneficio económico que el programa reporta a sus asociados. Consumir verduras frescas autoproducidas, no solo implica un beneficio en cuanto a la calidad alimentaria, sino un ahorro significativo en el gasto en la compra de alimentos.
Pero además, las posibilidades informales y formales de comercialización que se generan son ampliamente valoradas por la comunidad de huerteros y huerteras del programa. De hecho, las ferias y globas de promoción y venta en la vía pública, las ventas de garaje en la sede del programa, en las propias unidades productivas, a restaurantes y casas de comidas, a consumidores que están ávidos de consumir las canastas de verduras y productos de la huerta, todos estos son ejemplos de la expectativa y necesidad de explorar mecanismos de economía social, tanto por los productores primarios como los consumidores finales que se acercan y también demandan mayor frecuencia y continuidad.

El Ing. Zabert concluye con un dato muy interesante, que es la demanda de sectores de clase media, sin apremios económicos que antes no estaban vinculados al Proda.

«Todos los años, con la llegada del espíritu primaveral aumenta el interés general por el cultivo de huertas, pero ahora hay un vuelvo masivo en demanda de alimentos sanos ya que en Neuquen los productos orgánicos son muy pocos y limitados, por lo tanto acceder a alimentos agroecológicos no es fácil. Por eso, esta clase media afectada además por el encierro y la pandemia demanda las técnicas de aprendizaje que ofrece Proda».

www.proda.gob.ar
Mail: [email protected]
Facebook: Programa Proda
Telefonos: (0299) 4432922 / 4424578
Direccion: Bouquet Roldan 269

 

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El autor

Juan Miceli

Juan Miceli

Periodista.
Paisajista. Egresado de Pampa Infinita.
Técnico en Producción Agropecuaria.
Licenciado de Relaciones Internacionales.

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